Inquietud y sosiego

Es rara la sensación de ver como nos transformamos. Nos sentimos viajeros, no turistas. Ya son tres meses y nuestra condición nómada va calando profundamente. Hasta que llegamos a Indonesia, salvando los días que pasamos en casa de Alex y María en Wellington,o en casa de Axel en Sydney, nuestra rutina era la de pasar una o dos noches en un mismo sitio para luego seguir en marcha. Poco a poco sucede que lo ajeno se vuelve próximo, y cada nuevo lugar se hace propio, durante unas horas o incluso segundos, normalmente cuando aparece la chispa de la felicidad por pequeña que sea, pasajera discontinua, pero personal y única. Formamos pequeños hogares efímeros, cada vez uno nuevo, y a medida que pasan los días en él, una inquietud que va creciendo, y crece, el camino que debe continuar, como un pulso interior que no para.

Por fin de nuevo en marcha y las sonrisas que aparecen... suspiros, sosiego.